sábado, 9 de febrero de 2019




Una ciudad que aspira a mejorar su calidad de vida debe controlar los niveles de ruido que afectan a sus habitantes. El ruido no es perjudicial solo por el nivel que pueda tener sino también por la actividad que estén realizando las personas.



Los Estaderos son unas especies de barras o tabernas que, disfrazándose bajo éstos nombres, tratan de pasar desapercibidas. Sin embargo, la música y los altos niveles de ruido que éstos alcanzan son igual de perjudiciales para la salud.



A la contaminación acústica provocada por este Estadero, que deben soportar las casas cercanas a el, se suma el ruido de los autos en la avenida, lo cual es doblemente perjudicial para los ciudadanos, interfiriendo negativamente en el sueño y relajación y creando estados de tensión y cansancio.


Las barras y tabernas que se localizan en barrios residenciales, como la que se muestra en la fotografía, son grandes focos de ruido y de contaminación acústica en zonas no adecuadas, ya que estas no son áreas determinadas para el entretenimiento.


El ruido es tratado erróneamente como algo inevitable que debemos soportar incluso en nuestros barrios residenciales por la existencia de las barras o tabernas, que no aplican ningún control sobre sus horarios y permanecen abiertas a altas horas de la noche.




El nivel de ruido que provoca la barra ubicada en este barrio es tan molesta para sus habitantes, que incluidos niños y ancianos, que decidieron tomar medidas para lograr su cierre, o al menos, para restringir su horario.





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